Ellos siempre se prestan mucho antes de que los ciclistas le pidan su auxilio. Lo sé porque los he visto y he viajado en su coche. Y sé también que ellos quisieran ser todo lo que ven, pero ¡ojo!, sin dejar de ser lo que son.
Quiero decir con todo esto que tienen madera de ciclista, de deportista, y sin embargo, las circunstancias de la vida no le dieron esa oportunidad de dejarse ser (deportistas). La solicitud con la que prestan su ayuda en carrera, o a mí siempre que tengo alguna duda acerca de lo que está sucediendo, les delata.
En todos estos días de carrera hemos compartido muchas cosas, y me han enseñado más de lo que yo les podría haber aportado a ellos. Y lo han hecho mientras no me hablaban, mientras reían, mientras contaban todo lo que no sueñan porque lo están viviendo: estar al lado de deportistas de elite y socorrerlos si lo necesitan, y sino, verlos de cerca.
Hay veces en que lo sueños toman otra forma a como se soñaron, pero que aún así, se parecen mucho a como eran, y es igual de placentero vivirlos.
No quería acabar mi primera Vuelta Andalucía sin hablar de ellos, sin rendirles este pequeño homenaje. Y ya habrá tiempo para explicar con mayor extensión en qué consiste su labor
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